Redacción. Madrid
Los trastornos mentales en conjunto constituyen la causa más frecuente de carga de la enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. La pérdida de calidad de vida es superior a la que producen enfermedades crónicas como la artritis, la diabetes o las enfermedades cardiacas y respiratorias.
Jerónimo Saiz, coordinador junto a Julio Bobes del libro “Impacto social de la esquizofrenia”.
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Estos son algunos de los datos que se han analizado en la mesa redonda sobre “Salud Mental: Coste Social de las Enfermedades Mentales”, promovida por la Cátedra de Innovación y Gestión Sanitaria y la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid.
En el marco de este acto se ha presentado el libro “Impacto social de la esquizofrenia”, coordinado por Jerónimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y Julio Bobes, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Central de Asturias que cuenta con la colaboración de Janssen.
La esquizofrenia es, en algunos casos, un trastorno mental grave y crónico, con un impacto sobre la funcionalidad y la calidad de vida de las personas que la padecen. Se estima que un porcentaje de las personas con esquizofrenia vive o mantiene relaciones regulares con su familia de origen, y depende de ellos tanto económica como emocionalmente, así como para los aspectos básicos de la vida, como el alojamiento, la alimentación, los cuidados, etc.
En los últimos años se ha puesto de manifiesto que los nuevos tratamientos aumentan el cumplimiento por parte del paciente. Esto está demostrando tener un impacto positivo en el ahorro de costes directos, sobre todo en lo relacionado con los ingresos psiquiátricos y hospitalarios.
En el caso de la esquizofrenia, el cumplimiento de los tratamientos es uno de los factores que ayudan a mejorar la efectividad clínica y la eficiencia económica. Los tratamientos que consiguen aumentar la adherencia por parte del paciente suponen un ahorro de costes sanitarios al reducir el tiempo de ingreso hospitalario.
Coste económico de la esquizofrenia en España
La salud mental es un aspecto esencial para la calidad de vida y el bienestar de las personas. Según se explica en el libro, los recursos y la atención que se ha venido prestando a la atención de la salud mental en España está todavía lejos de lo que corresponde a nuestro sistema nacional de salud y a nuestro nivel de producto interior bruto per cápita.
“Falta una correlación entra la prevalencia de los trastornos mentales y los recursos destinados para su atención”, subrayan los psiquiatras en uno de los capítulos del libro. “En términos generales, las enfermedades o los trastornos mentales pueden afectar al 25 por ciento de la población a lo largo de su vida, mientras que los recursos destinados a su atención no llegan al 5 por ciento del gasto sanitario público”, añaden.
Según datos del libro, actualmente, el 9 por ciento de la población padece al menos un trastorno mental. “Es llamativa la falta de información sobre los recursos disponibles para tratar las enfermedades mentales en España”, detalla uno de los capítulos.
El estigma como barrera para la recuperación
La esquizofrenia implica en ocasiones unas elevadas necesidades de atención derivadas de su tendencia a la cronicidad, así como de los déficits cognitivos y funcionales que se asocian a la enfermedad. Dichas complicaciones limitan la capacidad para un trabajo normalizado, las relaciones sociales y los lazos emocionales que son esenciales para el mantenimiento de una vida normal.
Las actitudes estigmatizantes hacia la enfermedad mental perviven claramente a día de hoy, a pesar de los esfuerzos de algunos grupos e instituciones científicas y sociales para reducir sus características.
La concienciación social es uno de los factores que los expertos consideran clave a la hora de reducir o incluso terminar con el estigma de esta patología. Por ello, en el libro los expertos inciden en que “si queremos reducir el estigma y la discriminación existente contra las personas que padecen esquizofrenia es necesario cambiar la actitud de la población general frente a estos enfermos mediante la educación y programas de divulgación, mejorar los tratamientos psicofarmacológicos, cambiar políticas y leyes para disminuir la discriminación, e incrementar la protección legal de los enfermos mentales”.
Entre las estrategias más específicamente que se proponen en el libro para conseguir estos cambios destacan: iniciar actividades educacionales comunitarias dirigidas a fomentar un cambio en las actitudes ante los enfermos mentales, incrementar el uso de fármacos capaces de controlar los síntomas de la enfermedad, minimizando los efectos secundarios estigmatizantes y permitiendo al paciente no recordar todos los días el estigma de su enfermedad; incluir educación contra el estigma en la formación de profesores, cuidadores y profesionales sanitarios. Asimismo, mejorar la psicoeducación de los pacientes y familiares sobre cómo adaptarse a convivir con la enfermedad conociéndola mejor, involucrar a los pacientes y familiares en la identificación de prácticas discriminatorias y promocionar acciones sociales y legales para reducir la discriminación.
Esquizofrenia y mundo laboral
Se estima que al menos entre el 20 y el 40 por ciento de las personas con esquizofrenia no encuentran trabajo, y que entre los que lo encuentran, la mayoría de las veces son trabajos breves en los que no consolidan el empleo.
La integración laboral constituye un componente fundamental para facilitar la autonomía, la independencia y la integración social de cualquier persona, de modo que la consecución de un trabajo por la persona con esquizofrenia se asocia con su bienestar, autoestima, satisfacción con la vida y el pronóstico de la esquizofrenia. Por tanto, los autores consideran que hay que avanzar en el acceso al empleo y su mantenimiento como parte de la atención en salud mental, analizando los factores que influyen en el acceso al empleo en personas que padecen esquizofrenia y las posibles intervenciones para facilitarlo. |