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Martes, 25 de febrero de 2014   |  Número 24
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actualidad
EL ‘BINGE DRINKING’ CONSISTE EN BEBER CINCO O MÁS COPAS EN DOS HORAS
Los pediatras de Primaria alertan sobre el incremento del consumo de alcohol entre adolescentes y de las nuevas técnicas de ingesta
Crisis de ansiedad, depresión, trastornos psicóticos, falta de motivación, alteraciones del sueño, disminución de la concentración y del apetito son algunas de los efectos relacionados

Redacción. Madrid
Durante el 11º Curso de Actualización en Pediatría, los pediatras de Atención Primaria han mostrado su preocupación por el incremento del consumo de tóxicos y alcohol durante la adolescencia. En este sentido, Marta Esther Vázquez, pediatra de AP del Centro de Salud Arturo Eyries, de Valladolid, ha avanzado los datos de prevalencia de su consumo y señala que “un 77 por ciento de de los adolescentes españoles ha tomado bebidas al-cohólicas en alguna ocasión, un 36,7 por ciento ha fumado tabaco, un 17 por ciento ha consumido cannabis, un 2,5 por ciento tranquilizantes con receta, un 1,9 por ciento speed o anfeta¬minas, un 1,3 por ciento tranquilizantes sin receta, un 1,1 por ciento éxtasis, 1 por ciento cocaína y un 0,7 por ciento inhalantes volátiles”.

Marta Esther Vázquez.

Tras analizar los hábitos de una amplia muestra de escolares españoles de entre 14 y 18 años, el estudio ‘Estudes’ demuestra que, en los últimos años, el consumo de alcohol se ha incrementado un 2 por ciento entre los adolescentes mientras que se mantiene el descenso del consumo de tabaco  y de sustancias como el cannabis, los tranquilizantes con y sin receta y la cocaína.

No obstante, Vázquez hace hincapié en que “el alcohol continúa siendo la sustancia psicoactiva más consumida por los adolescentes en España. La comparativa con el estudio europeo ‘Espad 2011’, pone de manifies¬to que España se encuentra en el puesto número 15 en relación a la proporción de adolescentes consumidores de alcohol y presenta un elevado porcentaje de adolescentes que han bebido alcohol en los últimos 30 días”.

La edad media de inicio del consumo de alcohol y taba¬co se sitúa entre los 13 y los 14 años y en el caso de las drogas ile¬gales el consumo empieza entre los 15 y 16 años. En este contexto, Vázquez apunta que “el policonsumo de tres o más sustancias presenta su más alto nivel en 2º de Bachillerato aunque hemos detecado que 1 de cada 5 escolares por debajo de los 12 años ha experimentado con alcohol y 1 de cada 10 con tabaco.”

Por sexos, las chicas consumen más alcohol (78,9 por ciento chicas frente al 75,6 chicos) y tabaco (39,7 por ciento chicas y 34 chicos). Sin embargo, son los chicos los que consumen en mayor proporción el resto de drogas. La prevalencia de borracheras en el último año entre los que han consumido alcohol es del 64 por ciento y 1 de cada 5 estudiantes reconoce haber sido pasa¬jero en los últimos 12 meses en vehículos conducidos bajo los efectos del alcohol. En este contexto, el 50 por ciento de mujeres adolescentes que han informado de agresiones sexuales estaban bajo la influencia del alcohol u otras drogas.

En los últimos años han aparecido nuevos conceptos para consumir alcohol (eyeballing, a través de la conjunti¬va, y tampax on the rocks o tampodka, por el ano o la vagina), que pretenden aumentar la rapidez del efecto y ocasionan importantes daños locales. También la prác¬tica del binge drinking (BD), que consiste en consumir 5 o más copas o vasos de alcohol en un periodo de 2 horas, que es más dañino y produce alteraciones cognitivas, de la memoria y del aprendizaje en un cerebro todavía en desarrollo.

Efectos en la salud física y psíquica del adolescente

Crisis de ansiedad, depresión, trastornos psicóticos, falta de motivación, alteraciones del sueño, disminución de la concentración y del apetito son algunas de los efectos relacionados con el consumo de drogas. Asimismo, impiden en muchos casos el desarrollo personal y social e inducen a comportamientos descontrolados.

Vázquez subraya que, “en concreto el cannabis, dificulta notablemente el aprendizaje escolar y sus efectos son prolongados. Cuanto antes se co¬mienza a consumir y más frecuente es el consumo, mayor es el riesgo. El consumo crónico puede conducir a un estado de pasividad e indiferencia (síndrome amotivacio¬nal), que persiste aunque se deje de consumirlo”.

Desde la AEPap apuntan que “la prevención de las conductas de riesgo tóxico deben comenzar desde las primeras edades e integrarse dentro de la formación general de los niños y adolescentes de una forma siste¬mática y continua. Para ello, es necesario que el enfoque sea múltiple y participativo.”

Actualmente se lleva a cabo con éxito una forma de psicoterapia basada en la meditación, llamada “mindfulness”, que trata de controlar los problemas de salud mediante la atención y conciencia plena del presente.

 

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