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Lunes, 10 de junio de 2013   |  Número 10
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actualidad
ESTUDIO ‘NATIONAL EPIDEMIOLOGIC SURVEY ON ALCOHOL AND RELATED CONDITIONS’ (NESARC)
Las posibilidades de pasar del uso al abuso de sustancias son más altas en pacientes con enfermedad mental
El 44 por ciento de los cigarrillos que se venden en Estados Unidos son comprados por alguna persona que sufre trastornos psiquiátricos

Redacción. Madrid
El tabaco es, después del alcohol, la sustancia legal objeto de uso más extendida en la población general. Su prevalencia se sitúa entre el 25-30 por ciento. “En los pacientes con trastornos psiquiátricos esta cifra aumenta hasta el 45-70 por ciento, explica Nestor Szerman, presidente de la Sociedad de Patología Dual (SEPD). Además, en los pacientes con enfermedad mental las posibilidades de pasar del Uso al Abuso (Trastorno) de esta sustancia es significativamente más alta que en sujetos que no padecen ningún trastorno”.

Nestor Szerman.

Esta conclusión, extraída del estudio Nesarc (National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions) hecho en EEUU en población general, evalúa los patrones de consumo de sustancias, las prevalencias de adicciones y las comorbilidades con otros trastornos mentales, conocida como patología dual, entre los individuos con un diagnóstico de cualquier trastorno mental a lo largo de su vida.

En dicho estudio se concluye que la posibilidad de transición desde el “Uso” del tabaco a un “Trastorno por Uso” (enfermedad mental) en personas con enfermedades mentales es significativamente más alta comparado con sujetos sin ningún trastorno mental. Además es mayor que para cualquier otra sustancia como el alcohol y otras sustancias.

La existencia de un trastorno adictivo, al tabaco en este caso, y otro trastorno mental,  se denomina patología dual. “Esta condición clínica la sufren prácticamente todos los sujetos que consultan por adicciones y más de la mitad de los que sufren trastornos mentales”, recuerda Szerman.

Enfermedad adictiva

Según el NIDA (National Institute on  Drug Abuse) el 44 por ciento de los cigarrillos que se venden en Estados Unidos son comprados por alguna persona que sufre trastornos mentales. “En este caso, aclara el psiquiatra, no se trata de un «hábito» sino de una verdadera enfermedad adictiva”.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 25 por ciento de la población mundial sufre algún trastorno mental a lo largo de su vida. “Las neurociencias comienzan a demostrar que toda enfermedad mental es una enfermedad cerebral, apunta el presidente de la SEPD. En este sentido, “la causa de la adicción al tabaco es la disfuncionalidad del sistema nicotínico endógeno, alterado en múltiples trastornos mentales. No es adicto quien fuma, pero los individuos con vulnerabilidad a cualquier enfermedad mental (genética, neurobiológica y ambiental) son candidatos a desarrollar una conducta adictiva”.

Cerca del 90 por ciento de los sujetos que sufren psicosis presentan un Trastorno por Uso de tabaco, situación mayoritaria también en Trastornos de Personalidad, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), depresión, etcétera. En los pacientes con patología dual el tratamiento de la adicción al tabaco es más complicado, con múltiples recaídas en el consumo compulsivo, pero no imposible.

“Los pacientes que sufren adicción al tabaco y otros trastornos mentales de diferente gravedad deben ser tratados por especialistas en patología dual que abordarán de forma intensa el tratamiento de ambas manifestaciones”, señala el doctor Szerman.

Desterrando mitos

“Existen algunos mitos que han contribuido a que perdure y no se aborde adecuadamente el problema del tabaco en pacientes con otra enfermedad mental”, comenta José Martínez-Raga, psiquiatra del Hospital Dr. Peset de Valencia y vocal de Relaciones Internacionales de la SEPD. 

1. El tabaco es una “auto-medicación” necesaria en el caso de los enfermos mentales.
La realidad es que el tabaco es otro problema no una solución. La nicotina, su principal principio activo-con un alto poder reforzante/adictivo potencia transitoriamente la concentración y atención, independientemente de su estado de salud, y podría mejorar algunos trastornos mentales pero nunca lo es el Tabaco.

2. Los pacientes con un trastorno mental no tienen ningún interés en dejar de fumar.
Las evidencias y la realidad indican lo contrario: tanto estudios con pacientes ingresados como en régimen ambulatorio sugieren que su interés en dejar de fumar es aproximadamente el mismo que en población general. Entre fumadores con otros trastornos mentales la disposición a dejar de fumar parece ser independiente de su diagnóstico, la gravedad de sus síntomas o la coexistencia de consumo de sustancias.

3. Los enfermos mentales no son capaces de dejar de fumar.
Aunque puede ser más laborioso (porque hay que trabajar más intensivamente la motivación) la realidad con pacientes con distintos diagnósticos psiquiátricos y diferentes abordajes terapéuticos muestran que se puede alcanzar la abstinencia tabáquica. El tratamiento para el tabaquismo debe estar integrado dentro del abordaje global del paciente.

4. El tratamiento o la abstinencia tabáquica pueden interferir con la recuperación de la patología psiquiátrica comórbida, al eliminar una estrategia de afrontamiento y  con el resultado de una descompensación.

La realidad de los estudios clínicos aleatorizados muestra que el tratamiento del tabaquismo en pacientes en tratamiento por otro trastorno mental (con diversos diagnósticos psiquiátricos) no agrava los síntomas de estos ni conlleva un mayor riesgo de hospitalización.

5. Los problemas del tabaquismo son a muy largo plazo y su abordaje es secundario y de baja prioridad.
Los pacientes con otra enfermedad mental (incluida otra adicción) tienen más probabilidad de fallecer por enfermedades relacionadas con el tabaquismo que por su trastorno psiquiátrico comórbido.

“A todo paciente psiquiátrico o con abuso y dependencia de sustancias se le debe recomendar que deje de fumar. Puede aplicarse son normalidad los tratamientos psicológicos y farmacológicos que han mostrado ser eficaces, además que dejar de fumar no interfiere con los otros tratamientos que se están llevando a cabo”, concluye Martínez-Raga.

 

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