Redacción. Vizcaya
La telepsiquiatría se erige como una de las herramientas más eficaces en el reto de la universalización del derecho a la salud mental, en tanto en cuanto permite llevar la prestación sanitaria a regiones rurales, barrios marginales o prisiones, lugares que tradicionalmente se han encontrado con problemas de acceso a estos servicios.
Mahmoud Karim Haidar, médico psiquiatra del Hospital Universitario de Álava (HUA) y del Centro Penitenciario de Álava y participante en el XXII Curso de Actualización en Psiquiatría de Vitoria-Gasteiz, asegura que “la trasferencia de la sanidad penitenciaria ha permitido mejorar la coordinación entre el equipo de Atención Primaria que vela por la salud de los presos entre muros del Centro Penitenciario de Álava y la atención especializada desde el Hospital Universitario de Álava. Así, surgió la posibilidad de activar el servicio de Telepsiquiatría, ofreciendo consultas psiquiátricas a través de videoconferencia”.
El empleo de la telepsiquiatría comenzó su andadura en junio de 2012 “con la intención de reducir desplazamientos, estancias hospitalarias y costes, sin menoscabo de ofrecer una asistencia de calidad a una población desfavorecida. Hay que tener en cuenta que hasta la fecha, trasladar un paciente al hospital suponía la movilización de una patrulla y dos agentes, acarreaba problemas de seguridad y ahondaba más en el estigma del paciente presidiario”.
¿Qué ventajas conlleva?, además de las ya citadas. “Para los psiquiatras brinda la posibilidad de una mayor comunicación con los médicos de Familia de la prisión, facilitando, de este modo, una mayor coordinación de casos complejos. Para el paciente mental los beneficios son evidentes en cuanto a la facilidad de acceso a atención especializada, el acceso a la información y la educación sanitaria o el diagnóstico precoz, todo ello resumido a un coste cero”.
El proyecto que coordina Mahmoud Karim Haidar ha iniciado “programas específicos para el control de tratamiento en pacientes con abuso y/o dependencia de piscofármacos, seguimiento de pacientes con Hepatitis C en tratamiento con interferon, amén de consultas con el equipo de Atención Primaria de la prisión. El paciente puede comprobar cómo su problema de salud es tratado por su médico de Familia y su médico especialista a la vez (cada uno a un lado de la videoconferencia). Se trata de una iniciativa pionera en todo el Estado”.
Este proyecto de Telepsiquiatría penitenciaria funciona desde hace dos años entre el Hospital Universitario de Álava y el centro penitenciario –primero en la vieja cárcel de Nanclares de la Oca y posteriormente en la nueva denominada Centro Penitenciario de Álava– un lugar donde la enfermedad mental tiene elevada prevalencia. Así, Mahmoud Karim Haidar recuerda que “la prisión de Álava es la única prisión de cumplimiento en el País Vasco (las cárceles de Basauri y Martutene son preventivas), donde cohabita una población de aproximadamente 800 reclusos. El 60 por ciento de ellos toma algún piscofármaco y cerca de la mitad padece una toxicomanía. Además se estima que el 16 por ciento de esa población puede tener una discapacitación intelectual, que la tasa de suicidio se aproxima a multiplicar por diez la de la población normal, y que la tasa de enfermos mentales graves cuadruplica la existente en la calle”.
Con estas cifras, Mahmoud Karim Haidar calcula una población “de entre 40 y 50 pacientes psicóticos graves –un pequeño hospital psiquiátrico si se me permite la expresión…– localizados en el Centro Penitenciario de Álava, con el agravante del delito que puedan haber cometido. Todo ello supone que la enfermedad mental pase a ser el primer reto de salud entre muros, una vez que se ha controlado la ola del sida”.
Recuerda el experto que “hace años la prisión de Nanclares de la Oca fue conocida por el desafortunado hecho de ser la cárcel con la mayor tasa de suicido de España e incluso de Europa. Este hecho obligó a mejorar la atención psiquiátrica dentro de la prisión con programas específicos para prevenir el suicidio. Los resultados fueron espectaculares, decreciendo la tasa muy por debajo de lo fijado por la comisión europea que investigó los hechos en su día. También mejoraron otros aspectos de la salud mental de los reclusos”. Por ello queremos animar a gestores y facultativos a intentar llevar a cabo programas de salud a barrios, zonas o instituciones para mejorar la asistencia sanitaria”.
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