Redacción. Málaga
Investigadores de los hospitales públicos de Málaga y de la Universidad (UMA), que pertenecen al Área de Neurociencias y Salud Mental del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima), han demostrado el papel clave de un lípido -el ácido lisofosfatídico (LPA)- en la formación de neuronas durante el desarrollo embrionario cerebral y en el hipocampo del cerebro adulto.
Imagen del equipo de investigadores.
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En concreto, los estudios han sido realizados por el Grupo de Investigación en Neuropsicofarmacología de Transmisores Lipídicos, liderado por el neurobiólogo e investigador de la Unidad de Gestión Clínica de Neurociencias de los hospitales Regional de Málaga y Virgen de la Victoria, Guillermo Estivill, donde participa el equipo de investigadores del Departamento de Psicobiología y Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la UMA, dirigido por Luis Santín y Carmen Pedraza.
El eje central de la investigación lo constituye el ácido lisofosfatídico, una pequeña molécula de grasa, muy abundante en nuestra sangre, y de la que hasta hace un par de décadas apenas si se conocía su existencia, así como su papel determinante en el funcionamiento del cerebro.
Tal como explica Guillermo Estivill, "lo que nuestro grupo ha demostrado en esta última década es que esa molécula, en el sistema nervioso, es capaz de actuar como señalizadora entre las células nerviosas regulando numerosos procesos biológicos encaminados a que nuestro cerebro funcione, y que incluyen, entre otros, el desarrollo cerebral, la formación de nuevas neuronas, el desarrollo de la mielina y de fibras nerviosas, o su papel en los procesos de memoria y aprendizaje, y en las conductas emocionales".
Los trabajos del equipo han ido enfocados a estudios anatómicos y funcionales; así, en palabras de Luis Santín, "tras las primeros estudios a nivel celular - donde observamos que esta molécula regulaba la formación de nuevas neuronas en el hipocampo - pasamos a analizar y demostrar su papel en los procesos conductuales, cognitivos, que requieren la implicación del hipocampo".
Este equipo de investigadores ha demostrado también el papel que juega uno de los receptores del ácido lisofosfatídico (el LPA1) en los mecanismos de adaptación al entorno tras un trauma; hallazgo que permitirá abrir nuevas ventanas terapéuticas para el tratamiento de estas patologías. Este trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista Brain Structure & Function, publicación de gran impacto en el área de la neurociencia.
Tal como explica Carmen Pedraza, “en nuestra vida, la adaptación al entorno precisa de respuestas adaptativas cerebrales que conllevan numerosos procesos plásticos. Uno de ellos es la necesidad de extinguir respuestas emocionales que se han generado como consecuencia de un trauma, o de un evento que causó miedo en la persona. De no ser así, el sujeto puede terminar por generar un cuadro de tipo psicótico, con trastornos de ansiedad”.
Además de estos estudios, el grupo está desarrollando nuevas líneas de investigación en relación al papel de estas moléculas grasas en patologías del sistema nervioso, tales como la depresión; pero también en la investigación como modulador en terapia celular para el tratamiento de patologías como la esclerosis múltiple. Esta última investigación se está realizando en colaboración con el equipo del director de la UGC intercentros de Neurociencias, Oscar Fernández, que dirige el grupo de investigación de Neuroinmunología del Ibima.
Según Guillermo Estivill "aún nos queda mucho trabajo por realizar para caracterizar completamente el papel que juega esta molécula pero, hoy por hoy no nos cabe duda de que los lípidos, a nivel cerebral, juegan una función que es muy diferente a la que inicialmente se les atribuía, siendo mucho más diversificada y relevante por lo que deberán tenerse en cuenta especialmente tanto para el desarrollo de nuevos marcadores predictivos de la enfermedad, como de alternativas terapéuticas".
Este grupo de investigación, que une a profesionales de hospitales y universidad, cuenta con investigadores jóvenes cuya trayectoria de excelencia ha sido reconocida con diferentes premios, como es el caso de Estela Castilla, que recientemente recibió el primer premio de investigación Marjorie Grice-Hutchinson 2012 de la UMA por sus trabajos en esta línea.
Las investigaciones sobre el funcionamiento del sistema nervioso central y los procesos conductuales, desarrolladas en el Ibima, se iniciaron hace más de una década gracias a la colaboración del equipo dirigido por el investigador Fernando Rodríguez de Fonseca, del Ibima, y Jerold Chun, del Scripps Research Institute, en San Diego (EEUU).
La obtención, por parte de los equipos de Rodríguez de Fonseca y de Guillermo Estivill, de un modelo de ratón que carecía del receptor LPA1, y que denominaron variedad 'Málaga', permitió el inicio de esta línea de investigación que, durante este tiempo, ha contado con la financiación constante de numerosas agencias nacionales y autonómicas.
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