Redacción. Berlín
Todos los seres humanos tienen un sistema opioide natural en el cerebro. Ahora una nueva investigación, presentada en el Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP) en Berlín, ha descubierto que el sistema opioide de los jugadores patológicos responde de manera diferente que el de los voluntarios sanos normales. El trabajo fue realizado por un grupo de investigadores del Reino Unido de Londres y Cambridge, y fue financiado por el Consejo de Investigación Médica.
Mike Crawford, director del Centro de Salud Mental del Imperial College de Londres.
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El juego es un comportamiento generalizado, alrededor del 70 por ciento de la población británica juega de vez en cuando. Sin embargo, en algunas personas, el juego se sale de control y asume las características de una adicción (juego patológico).
Los investigadores del Imperial College de Londres cogieron a 14 jugadores patológicos y 15 voluntarios sanos, y utilizaron escáneres PET (Tomografía por Emisión de Positrones) para medir los niveles de los receptores opioides en el cerebro de los dos grupos. Estos receptores permiten la comunicación de célula a célula, son como una cerradura con el neurotransmisor o químico, como los opioides endógenos llamados endorfinas, que actúan como una llave. Los investigadores descubrieron que no hay diferencias entre los niveles del receptor en los jugadores patológicos y los no jugadores. Esto es diferente en la adicción al alcohol, la heroína o la cocaína, donde se observan aumentos en los niveles de los receptores opioides.
A todos los sujetos se les dio una pastilla de anfetamina que libera endorfinas, que son opiáceos naturales, y repitieron la exploración PET. Esa liberación también se cree que ocurre con el alcohol o con el ejercicio. El escáner PET mostró que los jugadores patológicos liberaron menos endorfinas que los voluntarios no jugadores y también que esto se asoció con la menor euforia inducida.
Según la investigadora principal, Inge Mick, “a partir de nuestro trabajo podemos decir dos cosas. En primer lugar, que los cerebros de los jugadores patológicos responden de manera diferente a esta estimulación que los cerebros de los voluntarios sanos. Y en segundo lugar, parece que los jugadores patológicos simplemente no reciben la misma sensación de euforia que los voluntarios sanos. Esto puede en cierta medida explicar por qué el juego se convierte en una adicción".
Es el primer estudio de imágenes PET para observar la implicación del sistema opioide en el juego patológico, que es una adicción conductual. En relación a los trabajos previos sobre otras adicciones, como el alcoholismo, el equipo de Mick ha descubierto que en los jugadores patológicos se habrían incrementado los receptores opiáceos que no se han encontrado. Sin embargo, el equipo descubrió el cambio esperado en los opioides endógenos con las anfetaminas. Estos hallazgos sugieren la implicación del sistema opioide en el juego patológico y que puede diferir de la adicción a sustancias tales como el alcohol. “Esperamos que a largo plazo, esto nos pueda ayudar a desarrollar nuevos enfoques para el tratamiento de la ludopatía”, asegura Mick.
Por su parte, el presidente del Comité Científico del Congreso, Wim van den Brink, subrayó que “en este momento, nos encontramos con que el tratamiento con antagonistas opiáceos como naltrexona y nalmefeno parecen tener un efecto positivo en el tratamiento del juego patológico, y que los mejores resultados de estos medicamentos se obtienen en estos jugadores con problemas con una historia familiar de dependencia al alcohol. Pero este informe de Mick y sus colegas es un trabajo interesante, y si se confirma, puede abrir las puertas a nuevos métodos de tratamiento para los jugadores patológicos”. |