Redacción. Madrid
Científicos del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres (Reino Unido) han descubierto cómo las hormonas del estrés reducen la aparición de nuevas células cerebrales, un proceso vinculado a la depresión, lo que puede ser clave a la hora de desarrollar antidepresivos más eficaces.
Carmine Pariante.
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En concreto, y según los resultados de su investigación publicados en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), han identificado una proteína que es en gran parte la responsable de los efectos negativos que causa a largo plazo el estrés en las células.
La depresión mayor afecta a alrededor del 20 por ciento de las personas en algún momento de sus vidas y, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el 2020 este trastorno mental será una de las enfermedades con más morbilidad a nivel mundial, con tasas similares a las provocadas por las enfermedades cardiovasculares.
Su aparición está ligada a cambios en un proceso llamado neurogénesis, que es como se conoce a la capacidad del cerebro adulto para seguir produciendo nuevas células cerebrales.
A nivel molecular, el estrés se sabe que aumenta los niveles de una hormona llamada cortisol, que a su vez actúa sobre un receptor llamado el receptor de glucocorticoides. Sin embargo, todavía no está claro cuál es el mecanismo exacto que está detrás de este proceso.
Sin embargo, este equipo dirigido por Carmine Pariante se centró en estudiar las células madre del hipocampo humano -fuente de nuevas células en el cerebro humano-, analizaron las células de cortisol para medir el efecto sobre la neurogénesis y encontraron que hay una proteína llamada SGK1 que era importante en la mediación de los efectos.
Al medir el efecto del cortisol con el tiempo, encontraron que el aumento de los niveles de SGK1 prolongan los efectos perjudiciales de las hormonas del estrés sobre la neurogénesis.
A continuación, los investigadores utilizaron un compuesto experimental que permite inhibir el SGK1 y encontraron que bloqueaba los efectos negativos de las hormonas del estrés, lo que lleva a un aumento de nuevas células cerebrales.
El equipo confirmó los resultados mediante el estudio de los niveles de SGK1 en animales y en muestras de sangre de las personas con depresión y, según reconocen, este puede ser el primer paso de cara a desarrollar tratamientos más potentes para tratar la depresión. |