Redacción. Villajoyosa
El 92,37 por ciento de los pacientes de salud mental del centro de salud de Altea son derivados a la Unidad de Trabajo Social al ser catalogados por el psiquiatra como problemas sociales.
Un estudio realizado por la Unidad de Trabajo Social del centro de salud de Altea, dependiente del departamento de Salud de la Marina Baixa, pone de manifiesto la importancia de los procesos psicosociales y de género a la hora de enfermar, así como la somatización de los problemas sociales en las mujeres de mediana edad.
Los síntomas somáticos sin causa orgánica son aquellos síntomas físicos que no tienen un origen físico identificable y que puede llevar a una persona a visitar frecuentemente a especialistas sin que se logre encontrar aquello que provoca ese malestar.
El estudio, realizado por la trabajadora del Centro de Salud de Altea, Chelo González, tiene como objetivo describir la población que acude al Centro de Salud de esta población y que es derivada a la Unidad de Salud Mental, donde una vez estudiado su caso, es remitido al Servicio de Trabajo Social.
Para su realización se han llevado a cabo dos fases. La primera fase tiene como objetivo cuantificar las hojas de interconsulta y los respectivos diagnósticos con los que los pacientes son derivados del centro de salud a la Unidad de Salud Mental y, una segunda fase, hacer lo mismo con aquellos pacientes que son derivados desde Salud Mental a la Unidad de Trabajo Social.
Primera fase
Durante la primera fase, se han estudiado un total de 324 personas, de edades comprendidas entre los 15 y los 99 años, y 308 personas, durante la segunda fase.
De este modo, como explica Chelo Gonzaléz, “observamos que de las 324 personas estudiadas en la primera fase, un 73 por ciento eran mujeres, frente a un 27 por ciento, de varones. En cuanto a las edades; la franja mayoritaria de edad en las mujeres se sitúa entre los 40 y los 50 años, mientras que en los hombres, la franja mayoritaria es de los 26 a los 30 y de los 36 a los 40 años”.
En cuanto a los diagnósticos con los que los pacientes son derivados del centro de salud a la Unidad de Salud Mental; en el caso de los hombres, el más frecuente es la ansiedad, que representa un 33 por ciento de los casos, seguido de la depresión, diagnósticos relacionados con el consumo de sustancias tóxicas o relacionados con el deterioro cognitivo producido por la vejez.
En el caso de las mujeres, la ansiedad y la depresión son los diagnósticos más frecuentes, con un 39 y un 37 por ciento, respectivamente, seguido de la depresión post parto y de trastornos relacionados con la alimentación y obesidad.
Segunda fase
Tras el estudio de los 308 pacientes llevado a cabo durante la segunda fase, se constata que, en el caso de los hombres, se reclama la intervención de la trabajadora social en temas relacionados con el consumo de tóxicos y los diagnósticos derivados de una situación socio-familiar-laboral complicada.
En cuanto a los diagnósticos de las mujeres, a la hora de solicitar la intervención de la trabajadora social, sigue siendo mayoritarios los relacionados con el malestar (ansiedad y depresión), además de otros relacionados con la pareja o trastornos de personalidad, cada vez más numerosos.
Como explica Chelo González, con esta investigación se muestra como el perfil del usuario de salud mental es una mujer de edad comprendida entre los 40 y 50 años, que presentan, en su gran mayoría, diagnósticos de ansiedad-depresión.
“Se mantiene un modelo tradicional, se descarga sobre las mujeres la responsabilidad del trabajo doméstico y del cuidado de personas mayores, de la crianza de los hijos y todo esto conlleva un sobreesfuerzo físico y mental que acaba repercutiendo negativamente sobre la salud”, subraya la trabajadora social.
En este sentido, se tiende a valorar, de forma distinta, sintomatologías iguales en ambos sexos. “Con igualdad de síntomas anímicos, las mujeres tienen más probabilidad de ser diagnosticadas de depresión y, los hombres, tienen más probabilidad de que se investigue si padecen enfermedad orgánica”, explica Chelo González.
Intervención de la figura de la trabajadora social
Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, la prevalencia-año de cualquier trastorno mental en España es de 8,48 por ciento, siendo el doble en mujeres. Los trastornos del estado de ánimo, en población general, son también más del doble en mujeres. Sin embargo, la esquizofrenia más severa es algo más frecuente en hombres, al igual que el consumo excesivo de alcohol.
Los problemas que llevan a los pacientes a las consultas tienen que ver, en numerosas ocasiones, con el malestar, pocas veces patológico, que resulta de la influencia de factores relacionados con la clase social, nivel cultural, etnia, la situación laboral, el estilo de vida, el cuidado de hijos o familiares o la sobrecarga del trabajo doméstico, entre otros.
Las quejas, síntomas, diagnósticos y motivos de consulta más prevalentes en la población en general son el dolor, ansiedad, depresión y una variedad de síntomas como taquicardias, mareos o dificultad para respirar cuyo elemento en común es ser sufrimientos determinados por factores psicosociales y subjetivos, sin causa orgánica evidenciable.
Por este motivo, con el objetivo de que los problemas cotidianos no se conviertan en patologías es necesario trabajar sobre ellos y, en este sentido, las funciones de las Unidades de Trabajo Social sanitario es intervenir sobre lo básico para mantener a las personas en su máxima autonomía e independencia social. |