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Martes, 26 de mayo de 2015   |  Número 43
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actualidad
UN 7,5% EN EL CASO DE LOS ADOLESCENTES, que TIENEN MAYOR RIESGO CLÍNICO
El 17% de los niños afirma experimentar experiencias psicóticas
La mayoría tienen un nivel subclínico, es decir, que no causan deterioro en el funcionamiento vital de estas personas

Redacción. Pamplona
Las experiencias psicóticas en niños y adolescentes son más frecuentes de lo que se pensaba. Recientes estudios han demostrado que un 17 por ciento de los niños y un 7,5 por ciento de los adolescentes afirman experimentar experiencias psicóticas.

María de Gracia Domínguez.

Los niños, en comparación con los adolescentes, tienen una mayor prevalencia de dichas experiencias, aunque estas experiencias son de mayor riesgo clínico en las edades adolescentes. La mayoría de dichas experiencias psicóticas son transitorias, sin embargo estas pueden convertirse en persistentes bajo la influencia de factores ambientales como el uso de cannabis o las experiencias traumáticas.

Estas afirmaciones han sido realizadas por María de Gracia Domínguez, psiquiatra infantil y adolescente, que desempeña su labor en el Imperial London College, durante la IX Jornada de Actualización en Psiquiatría Infantil y Adolescente que se ha celebrado en Pamplona. El evento ha estado organizado por la Sociedad Vasco-Navarra de Psiquiatría (SVNP), la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra (CUN), y la Unidad de Salud Mental Infantojuvenil (Usmij) del Servicio Navarro de Salud.

La especialista ha expuesto una visión global de los hallazgos de estudios epidemiológicos sobre la presencia de experiencias psicóticas en la población general y en particular durante la infancia y adolescencia.

Los síntomas psicóticos, identificados como alucinaciones y delirios, son una característica determinante de los trastornos psicóticos, los cuales incluyen un grupo de trastornos mentales severos tal como la esquizofrenia o el trastorno bipolar entre otros.

Las alucinaciones se definen como la experiencia de percibir en cualquiera de los cinco sentidos (vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato) un estímulo en ausencia de estímulo externo. Las ideas delirantes son creencias persistentes e inflexibles sobre la realidad cuando no hay hechos reales que sostengan la veracidad de dichas creencias, como por ejemplo experimentar que uno es perseguido en el delirio de persecución.

Domínguez ha explicado que “anteriormente se creía que la psicosis, los síntomas psicóticos, se trataban de un fenómeno poco frecuente y siempre relacionado con un gran deterioro funcional en las personas que los experimentaban”. “Sin embargo, en las últimas décadas, estudios epidemiológicos han mostrado que hasta un 10 por ciento de la población general experimenta este tipo de síntomas psicóticos (alucinaciones y/o delirios) a nivel subclínico, es decir, que dichos síntomas no causan deterioro en el funcionamiento vital de estas personas”.

En este contexto, Domínguez ha expuesto el resultado de sus investigaciones durante sus cuatro años de trabajo con el equipo de investigación con el catedrático Jim van Os en la Universidad de Maastricht. Dichos estudios hicieron uso de una muestra epidemiológica realizada en Munich, Alemania, donde un total de 3.021 adolescentes y adultos jóvenes fueron estudiados por un periodo de 10 años y ha confirmado cómo estas experiencias son transitorias.

Este estudio identificó que aquellos individuos en los que inciden factores de riesgo ambientales a lo largo del tiempo, tales como el uso de cannabis, experiencias traumáticas o la urbanicidad, muestran una mayor probabilidad para que estas experiencias transitorias se conviertan en persistentes.

“La coexistencia de altos niveles de ansiedad o alteraciones del humor (síntomas depresivos o de labilidad emocional) actúan de forma sinérgica, aumentando la probabilidad de la persistencia de dichos síntomas. Junto a ello, los resultados de estos estudios demostraron que sin embargo hay un subgrupo de población que muestran una vulnerabilidad del desarrollo en quienes, cuando dichos factores de riesgo ambientales inciden, se encuentran en un nivel mucho más alto de riesgo para desarrollar un trastorno psicótico a lo largo de la vida”, ha subrayado.

Intervención temprana

Domínguez ha centrado la segunda parte de su ponencia en aspectos claves de la intervención temprana en la psicosis y ha expuesto así los hallazgos de un estudio multicéntrico de siete centros de Intervención Temprana de Psicosis en Londres, que realizó con su equipo de trabajo en el Imperial Collage de Londres. Los hallazgos de este estudio, según ha explicado, muestran que a los adolescentes se les tardó en iniciar el tratamiento antipsicótico el doble de tiempo que a los adultos.

En cuanto al abordaje de la psicosis, María de Gracia Domínguez ha concluido que, “tanto psiquiatras como psicólogos reconocen que el inicio de medicación en primeros episodios psicóticos mejora notoriamente las probabilidades de un buen pronóstico”.

“El tratamiento de los trastornos psicóticos incluye medicación antipsicótica, psicoeducación sobre la naturaleza de la enfermedad para pacientes y sus familiares que pueda proporcionarles herramientas que ayuden al manejo de los síntomas, terapia cognitiva conductual e intervención psicosocial para afrontar el inicio de la enfermedad en el entorno en el que vive el adolescente. La mayor parte de las personas afectas mejoran notablemente en el transcurso de semanas o meses una vez iniciado el tratamiento”.

 

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